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domingo, 15 de abril de 2012

Lejos del hogar

Aquí estoy una vez más, recordando la existencia del medio y pensando mucho en lo que es entrañar. Tengo ya 36 días en un país nada común para lo que estoy acostumbrada. Son ya 28 días que no veo a mi padre (yo lo llamo "mi gordo") y 17 que no veo a mi madre (llamémosla "mi viejita linda" para no perder la tradición. Leo a muchas personas hablar del tiempo que vuela. Lo siento, mis días pasan muy lento muchas veces. Quisiera que aquel día del mes de Junio llegue pronto. Así, solo así podré volver a mi vida normal y llena del calor de mi hogar. Aunque no lo niego, he tenido muchos días días llenos de aventuras, risas, cansancio, estudio, trabajo y diversión que me han permitido seguir adelante con la misión e ilusión que traje hace 36 días. Me es difícil comparar la familia con la que vivo ahora con aquella que me ha visto crecer. Bendito sea Dios que no me deja sola jamás. Tengo un hermano (al cual le digo "zuki") que me hace reír con sus locuras, que me molesta a la hora de comer, me chismea todos sus días de trabajo y al cual amo con todo mi corazón. Él es gran parte de mi alegría y compañía diaría. Tal vez desvié un poco el tema. El punto es que hoy recordé que en serio extraño a mucha gente, en especial a aquellos a quienes llamo papá y mamá. La ilusión que invade mi alma en estos momentos es la de verlos, abrazarlos, besarlos y poder conversar con ellos. Sólo eso! Pena me da ver con el pasar de los años, hijos que hacen sus vidas muy aparte y se olvidan de los "viejitos". Está mal querer vivir toda la vida con ellos? Bueno, al menos hasta que Dios permita? Eso es lo que me encantaría para mi. Entonces? Hay mucho por hacer. Dios prepara los caminos de la mejor manera. Tan perfecta que muchas veces no es lo que queremos, pero que siempre es lo mejor para uno. Confías en Dios? Somos hijos, ovejas que necesitamos de nuestro pastor y guía. Así como cuando se es pequeño y se confía ciegamente en papá y mamá, así debemos entregarnos sin miedo a Dios. Sí! Estoy muy lejos de mis guías terrenales. Pero si Dios conmigo, quién contra mi? Si estás lejos de tu familia, no pierdas la esperanza de volver. Al final, solo al final, es ella la que te va a recibir con los brazos abiertos sea cual sea el motivo de tu partida. Dios y María Satísima los bendiga. No pierdan la Fe!